- Papá, ¿cuál es la capital de Marruecos?
Al no saber la respuesta, el papá desciende ante el niño a ser un hombre común y corriente. El comercial finaliza con una promoción para acceder a internet y no pasar por este trance.
La mercadotecnia suele estudiar los temores de la gente para aprovecharlos en su favor. El no estar a la altura de los hijos es un temor capital: yo también lo llevo conmigo. Y aunque aun no tengo hijos, disfruto dar una respuesta certera a mis sobrinos o cualquier niño que me hace una pregunta… Sentir sus ojitos de admiración, me hace sentir muy bien y claro también he descubierto un provecho al no saber las respuestas: “la costumbre de investigar”. Ahora ya no me mortifico con mi ignorancia coyuntural: me levanto del asiento y consulto con ellos un libro o una enciclopedia. O buscamos juntos sobre el tema en internet. En aras de labrar más este hábito he considerado, incluso, ocultar la respuesta que conozco tan solo para buscar con ellos la respuesta. Pero confieso que aún no lo he hecho: quizá el ego todavía pueda más.
En todo caso, esta es una situación de ganar-ganar, así se ignore cuál es la capital de Marruecos.
La ilusión de que uno es un héroe, al niño se le irá tarde o temprano.
La costumbre de investigar, esa no se le irá jamás...
Morpheus